lunes, 3 de octubre de 2011

PIERRE AUGUSTE RENOIR:

BIOGRAFÍA



Pintor francés. Hijo de artesanos, vivió sus primeros años en barrios proletarios donde trabajó como decorador de porcelanas y pintor de abanicos. Después pudo acceder al taller del pintor Gilbert y, luego, al de Gleyre, donde conoció a Monet, Bazille y Sisley, con quien más tarde compartió su casa en París. Sus primeros intereses como pintor se inclinaron por la escuela de Barbizon y, consecuentemente, por la pintura al aire libre. Durante los días agitados de la Comuna, pintó con Monet a orillas del Sena. En 1873 terminó Jinetes en el bosque de Bolonia, excluida del Salón oficial y expuesta en el de los Rechazados.
Durand-Ruel se interesó por su obra y en 1874 participó en la primera exposición impresionista, en los estudios del fotógrafo Nadar, donde expuso, entre otras obras, El palco (1874, Courtauld Institute Galleries, Londres). Se trata de un gran lienzo donde representa a Niní López y a su hermano con una técnica de pinceladas sueltas fundidas entre sí, de contornos imprecisos y poco definidos. La composición, piramidal, se caracteriza por los ritmos ascendentes y sinuosos del vestido negro de ella y los de la chaqueta de él, así como señala la importancia de las cabezas: la de ella expresa serenidad y atención, mientras que la de él oculta su mirada tras los prismáticos.

Le Balau Moulin de la Galette, Museo de Orsay (PARIS)




Es uno de los más célebres pintores franceses. No es fácil clasificarlo: perteneció a la escuela impresionista, pero se separó de ella rápidamente por su interés por la pintura de cuerpos femeninos sobre los paisajes. El pintor Rafael tuvo una gran influencia en él.
Renoir, ofrece una interpretación más sensual del impresionismo, más inclinada a lo ornamental y a la belleza. No suele incidir en lo más áspero de la vida moderna, como a veces hicieron Manet y Van Gogh. Mantuvo siempre un pie en la tradición; se puso en relación con los pintores del siglo XVIII que mostraban la sociedad galante del rococó, como Watteau..
En sus creaciones muestra la alegría de vivir, incluso cuando los protagonistas son trabajadores. Siempre son personajes que se divierten, en una naturaleza agradable. Se le puede emparentar por ello con Henri Matisse, a pesar de sus estilos distintos. Trató temas de flores, escenas dulces de niños y mujeres y sobre todo el desnudo femenino, que recuerda a Rubén por las formas gruesas. En cuanto a su estilo y técnica se nota en él un fuerte influjo de Corot.
Renoir posee una vibrante y luminosa paleta que hace de él un impresionista muy especial. "El palco", "El columpio", "El Moulin de la Galette", "Le dèjeuner des canotiers", "Bañistas", son sus obras más representativas.
En 1878, Renoir se alejó del grupo impresionista y buscó el éxito en los salones oficiales; el abandono de los principios impresionistas se acentuó cuando, a partir de 1881, numerosos viajes -Normandía, Argel, Florencia, Venecia, Roma, Nápoles, Sicilia- despiertan su admiración por cierta idea clásica de lo bello -la pintura pompeyana, Ingres, Rafael-, que le llevó a cuestionarse el valor de la espontaneidad de su técnica anterior, alejándose progresivamente de los efectos atmosféricos en busca de una pintura más definida. De esta época, cabe destacar obras que reflejan momentos de la vida parisiense contemporánea, como el cuadro Madame Charpentier y sus hijos (1878, Metropolitan Museum, Wolf Foundation, Nueva York), que fue expuesto en el Salón de 1879, donde recibió la aprobación del público y la crítica.



CURIOSIDADES:
ESTOS HECHOS SON CONTADOS POR SU HIJO, EN EL MUSEO DEL PRADO




En 1870 tuvo que alistarse en el ejército. Le destinaron a caballería. No sabía nada de caballos pero enseguida aprendió a manejarlos. Le asignaban los caballos más nerviosos, y Renoir se las apañaba muy bien con ellos. El capitán estaba encantado. "No hay nadie mejor con los caballos, decía. Les deja hacer lo que quieren y al final son ellos lo que hacen lo que quiere él". Esa misma actitud tenía con sus modelos. Nunca exigía su inmovilidad, y eran ellos los que le decían sin darse cuenta cómo debía pintarlos. "Hay que dejarse ir por la vida, decía, igual que un corcho por la corriente de un arroyo". Todas las creencias le parecían dignas de ser tenidas en cuenta, pues nunca pensó que hubiera una única verdad. "Si me apetece adorar un conejo dorado, decía, no veo por qué me lo iba a impedir nadie". Y añadía divertido: "Encima, la religión del conejo dorado valdría tanto como cualquier otra. Ya me estoy imaginando a los sumos sacerdotes tocados con largas orejas". Pintaba para captar la poesía del mundo. Un niño jugando con sus muñecos, una mujer recostada en un sillón, un anciano paseando por un jardín, un grupo de excursionistas dormitando a la orilla de un río, una muchacha subida a un columpio, eran para él más importantes que reyes, papas o artistas ilustres. La internacional de las jóvenes "cuya piel no rechaza la luz" era una de las categorías del mundo de Renoir, mucho más importante que las divisiones políticas o religiosas.


A Renoir le gustaba pintar mientras las muchachas cantaban a su alrededor. Las muchachas cantaban para celebrar los momentos especiales de la vida: cuando amaban a alguien, para preparar su llegada, para no estar tan solas cuando se iba. Y los cuadros de Renoir nacen del mismo lugar que aquellas canciones. Todo le interesa, en todo pone una atención amorosa. Por eso nos conmueven sus cuadros, e incluso los que reflejan las escenas más cotidianas, una verbena en el jardín, una comida campestre, nos transmiten una sensación de gozo y misterio. No busca la perfección en la copia, sino transmitir la emoción que le causa estar en el mundo y poder disfrutar de él. "Somos de la misma sangre tú y yo" la frase que en El libro de la selva el gran oso le enseñó a decir a Mowgli en todos los idiomas de la selva para que no tuviera ningún problema con ningún animal, podría ser el lema de toda la pintura de Renoir. "La pintura no se mira, solía decir se vive con ella.


PIERRE AUGUSTE RENOIR
Perteneció a un grupo los cuales   celebraron  entre el 15 de abril y el 15 de mayo de 1874, exhibiendo sus trabajos un total de 30 artistas entre los que encontramos a Boudin, Pissarro, Guillaumin, Cézanne, Monet, Gautier, Sisley, Renoir, Morisot y Bracquemont. Louis Leroy, el crítico de la revista "Chirivari" aludió peyorativamente a los miembros del grupo llamándoles impresionistas, tomando el título de un cuadro de Monet para hacer una irónica burla de la muestra, pero el nombre gustó a los miembros del grupo que desde ese momento se denominaron asi. Renoir vendió tres de las obras presentadas pero su mala situación económica le llevó a convencer a Berthe Morisot y Monet para que organizaran una subasta pública en el Hôtel Drouot, en marzo de 1875. Las ventas serán escasas pero conocerán a Victor Chocquet, un admirador de Delacroix que se convertirá en uno de los más firmes defensores de la nueva pintura. Al año siguiente los impresionistas volvieron a realizar su segunda exposición, esta vez en la galería de Durand- Ruel. Renoir acudió con quince cuadros, entre otros Desnudo al sol. Mucha gente se destornilla de risa por estas chapuzas" catalogando el Desnudo de Renoir como un "amasijo de carnes en descomposición".
La respuesta del pintor ante tan graves críticas será realizar su obra maestra: Le Moulin de la Galette, presentada junto a otras veinte a la tercera muestra impresionista, celebrada en 1877 en la rue Le Peletier. Renoir será uno de los principales organizadores pero las ventas serán ridículas. La pintura de Renoir empezará a conseguir cierto éxito en los años finales de la década de 1870, momento en el que su hermano Edmond escribe un artículo favorable en la revista "Vie Moderne", organizando su primera exposición individual. Gracias a los retratos Renoir consigue una estabilidad económica que le permite realizar un viaje a Argelia, en marzo de 1881, y a Italia, en el invierno de ese año. Visitará Venecia, Florencia, Roma, Sorrento y Capri, admirando las obras de los maestros del Renacimiento y del Barroco, especialmente Rafael. Y es que en estos primeros años de la década de 1880 la pintura de Renoir -al igual que algunos de sus compañeros como Monet y Pissarro- vive un periodo de crisis fue ahí,cuando se dieron cuenta de que era  demasiado formalista lo que estaban haciendo, que era una pintura que llevaba a uno permanentemente a compromisos consigo mismo.




                     
                                                        ELENA  SÁNCHEZ GARCÍA

No hay comentarios:

Publicar un comentario