martes, 10 de abril de 2012

Olafur Eliasson

Obra de Olafur Eliasson

La obra del artista danés Olafur Eliasson (Copenhage 1967), está basada en el estudio de la percepción sensorial. Para realizar sus obras Olfaur Eliasson trabaja con elementos naturales como el agua, la luz, el musgo, el hielo, el vapor o las nubes. Son conocidas sus trabajos con el agua creando cataratas artificiales surgiendo desde el vacío o desde una de las bases del puente de Manhattan.
Catarata desde el puente de Manhattan
Con la creación de sus obras Eliasson pretende remarcar en su trabajo la idea de la subjetividad y la percepción individual. La prueba del valor de sus obras se está viendo reconcida cada vez más, siendo expuestas  sus obras en los últimos años a traves de los principales museos del mundo.

Fotografía de Olafur Eliasson para un proyecto gráfico
 La primera imagen que nos viene a la mente al hablar de Olafur Eliasson es el sol artificial de su obra “The Weather Project” situado en la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres, que atra44jo a miles de personas y que puso en evidencia el enorme poder de la luz.  Un radiante sol que emitía luz, entre una espesa bruma,  a muy baja frecuencia, transformaba el campo visual en un paisaje negro y amarillo, recontextualizando un fenómeno natural. La pieza alentaba al espectador a reflexionar sobre el entendimiento y nuestro entorno físico
Sus esculturas, instalaciones y fotografías buscan mostrarnos cómo nuestra experiencia de lo exterior está filtrada por la época en que vivimos y se va modificando con el paso del tiempo.
Actualmente Olafur Eliasson vive y trabaja en Berlín.
'Beauty'. Olafur Eliasson

“El artista investiga leyes conocidas de la física, la neurología y la óptica para invitar al espectador a experimentar fenómenos naturales, como la neblina, la luz, el color y los reflejos”, dice el curador brasileño Jochen Volz. Sin embargo, su interés reside menos en la teoría y en los aspectos científicos que en la participación activa del espectador en la creación de determinados fenómenos, por medio de una interpretación para la cual se sirve de su cuerpo, de sus sentidos y de su conocimiento. Ver, sentir y cómo nos relacionamos con otros son sus principales intereses
“La obra de Olafur Eliasson deja claro que mucho de lo que percibimos no está físicamente fuera de nosotros, sino que acontece, de hecho, en nuestro sistema sensorial”, agrega el curador.
Hemisferio Compartido 1-6, 2011, espejo, acero, concreto, bombillas, vidrio, madera. Instalación en la Biblioteca del SESC Pompeia. Foto: Alejandra Villasmil

aquí os dejo una entrevista que le han hecho a Olafur

Entre arquitectura cromática y jugueteo óptico: instalaciones de Olafur Eliasson

Entrevistado por: Macarena Ventosa, Directora del Grado de Historia del Arte

“El arte se basa en la singularidad, y el comercio lo explota para conseguir generalizar nuestros sentidos y los modos en que entendemos el mundo. Sencillamente es más rentable limitar nuestra percepción del mundo”
“Mi obra es sobre verte a ti mismo mirando y reflejarte/reflexionar sobre tus reflejos/reflexiones, un acto crítico que no hacemos lo suficiente”
“Desmitificar al artista es un modo de conseguir que el arte forme parte de la sociedad”
Las obras de Olafur Eliasson desafían nuestro concepto del arte y nuestra percepción de la realidad. Como si fuera un mago, consigue que el agua fluya hacia arriba, crea arco iris artificiales o tiñe un río de color verde. Une experimentación y belleza, poniendo en jaque de un modo imprevisible nuestra reacción ante sus obras y haciéndonos volver a mirar. “¿De verdad estamos viendo agua que se eleva contra la gravedad?” A través de la experiencia física, provoca en el espectador una nueva reflexión sobre fenómenos de la vida cotidiana. Nos encontramos ante un artista de su tiempo, ajeno a un arte encerrado en la torre de marfil.
Eliasson (Copenhague, 1967) resulta sorprendentemente joven para haberse convertido en uno de los principales artistas del arte actual. En el año 2003 representó a Dinamarca en la Bienal de Venecia y creó una instalación espectacular en la vanguardista Sala de Turbinas de la Tate Modern en Londres, a la que acudieron más de dos millones de visitantes. Actualmente expone en la Galería Elvira González de Madrid, en el 21st Century Museum of Contemporary Art en Kanazawa, Japón y en el Museum of Contemporary Art de Sydney, Australia.
Como directora del Grado en Historia del Arte de IE Universidad, le pregunto también sobre uno de mis temas preferidos, la educación. Nos une el mutuo convencimiento de que el estudio del arte debe estar estrechamente ligado a la sociedad y al mundo que nos rodea. La opinión de Olafur Eliasson sobre este asunto es especialmente relevante ya que además de artista es profesor y creó en 2009 su propia escuela: Institut für Raumexperimente. Tanto en el Instituto como en IE Universidad, la metodología se basa en la experimentación, a través de talleres y de un intercambio de ideas constante entre distintas disciplinas.

¿Qué le inspira como artista?
No voy por el mundo viendo algo que me inspira y después haciendo obras de arte. No funciona así. A veces puedo estar inspirado únicamente por la vida, no es nada específico o concreto. Se trata más bien de cómo mantener la inspiración. Muchas veces el mundo se empeña en ser muy poco inspirador. Tantas cosas ocurren tan rápido que es difícil mantener la inspiración, el mundo no está especialmente preocupado por las artes.

Utiliza materiales de la naturaleza como la luz, las sombras, el agua o el viento. Creo que es difícil imaginar su obra hasta que no la ves en directo. Pero al mismo tiempo trae este tipo de materiales naturales a espacios cerrados como museos o galerías. ¿Cómo ve este contraste?
Lo que hago, lo hago para la gente, si nadie lo ve no tiene sentido hacerlo. En realidad no hago casi nada para mí. El proceso es lo único que me interesa, por ejemplo cómo funcionan instituciones como museos o galerías. Creo que es importante darse cuenta de que el modo en que el arte se muestra tiene un impacto sobre él. Quiero decir que una obra de arte puede cambiar si se cuelga en un sistema o en otro, la presentación no se puede separar de la obra misma. Hace tiempo que se descubrió que el arte no es autónomo, la intencionalidad de una exposición en una galería o en un museo y la participación del público siempre influyen en la experiencia de la obra de arte. Cuando trabajo, intento tenerlo en cuenta a la hora de tomar decisiones respecto a la manera de instalar, cómo titular las obras, etc.

A veces hago obras para el exterior. Hay quienes piensan que la naturaleza es un escenario neutral o un espacio no artificial, ven la naturaleza como algo natural y no cultural. Por supuesto, no comparto esta opinión, no creo en una belleza natural o “virgen”. Si la estamos mirando es porque ya es cultura.
Me interesa aplicar la misma metodología para crear piezas en el interior y en el exterior. Se trata únicamente de diferentes sistemas o estructuras de poder y cualquiera de los dos a menudo dependen de las expectativas que el espectador proyecta en la situación y en la obra.

Mirar su obra 360° Rock Series, me hace pensar en un paisaje de Islandia bastante “natural”. 
Estas fotografías no son la naturaleza; son fotos de la naturaleza que estamos mirando en una galería de arte. Está claro que estamos muy lejos. Lo realmente interesante no es lo que aparece en la foto, sino el hecho de que esta foto nos dice algo sobre un lugar que es muy diferente del lugar en el que estamos sentados.
En esta serie estoy investigando un objeto encontrado, una roca, y haciendo una panorámica del fondo. Sorprendentemente el fondo se relaciona bien con la roca, de modo que casi puedes ver el proceso y el tiempo que he tardado en dar la vuelta a la roca. Estas fotos no son sobre la naturaleza pura y sin explotar de este lugar, sino una pequeña investigación sobre la mirada y cómo se puede documentar un espacio con un objeto, gracias a la experiencia de dar la vuelta al objeto y mirar el fondo.
Este espacio concreto es un espacio en el que he pasado mucho tiempo, de modo que lo conozco muy bien. He vivido en esta casa y conozco esta roca a lo largo de distintas estaciones. Quizá sean detalles personales y no muy relevantes, normalmente no lo cuento porque creo que no aporta nada a la calidad de la obra.
Puede sonar a que la naturaleza no me interesa mucho, y desde luego no es lo que quiero decir. Hay tanto potencial en cosas que normalmente consideramos como naturaleza o fenómenos naturales porque nos podemos relacionar con ellos en general, no necesariamente bajo reglas universales. Nos podemos relacionar con fenómenos naturales de un modo muy plural, me refiero a que todos tenemos una opinión sobre las cascadas, los arco iris o la nieve. Todos tenemos una experiencia física de ellos, y sin embargo ligeramente distintos modos de entenderlos. En este sentido formamos parte de una amplia comunidad que puede compartir una opinión sin tener que estar de acuerdo.
Existe un potencial en esta idea, la idea de que se puede compartir algo con muchas personas y a la vez tolerar el desacuerdo. En realidad, éste es el gran reto al que se enfrenta la democracia. Vivimos en una sociedad en la que la diversidad es considerada como un problema. Los fenómenos naturales pueden ser un modelo para situaciones espaciales o temporales o sociales en las que la diversidad se considera como algo productivo. The Weather Project, la obra que hice para la Tate Modern, era sobre este tema: estar juntos y al mismo tiempo ser diferentes. Esto es algo que parece que no interesa mucho en el mundo actual.

Si reflexionamos sobre nuestro modo de relacionarnos con el arte, generalmente se trata de un espectador observando una obra. Pero a usted le interesa atraer al espectador hacia un papel más activo. ¿Cómo surgió esa preocupación? 
Todos entendemos el mundo de modos diferentes. En términos modernos, es difícil diversificar una marca y que cada persona tenga opiniones diferentes sobre ella. Nos encontramos ante una de las diferencias fundamentales entre arte y comercio. El arte se basa en la singularidad mientras el comercio explota dicha singularidad para generalizar nuestros sentidos y los modos en los que entendemos el mundo. Sencillamente, es más rentable limitar nuestra percepción del mundo.

¿Podríamos entonces decir que le interesa hacer a los espectadores conscientes de su percepción mientras experimentan sus obras? ¿Y del mismo modo que se tomen su tiempo para reflexionar delante de cada una de ellas? Incluso ha puesto como título a uno de sus proyectos más ambiciosos Tómate tu tiempo.  
Realmente Tómate tu tiempo es algo activo, la idea de que tú mismo puedes recuperar tu tiempo. Hablando en términos de tiempo, nos están sistematizando. No se trata de algo negativo, sin embargo hay un ritmo consumista en lo rápido que se ven las exposiciones hoy en día. Un modo de revalorizar el poder del arte sobre nosotros como espectadores sería revalorizar la calidad de nuestro compromiso respecto al tiempo que empleamos.
Mi principal objetivo es crear la impresión de que el espectador es responsable de su tiempo, que produce su propio mundo y crea su propia realidad. El problema es que de algún modo la gente externaliza el tiempo diciendo que el tiempo está ahí y sólo podemos seguirlo, se ven como productos del tiempo. Esto lleva a posturas de menor compromiso o participación, y por supuesto yo defiendo una postura más activa, con un sentido distinto de responsabilidad en el que el espectador recupera su tiempo. Esta es mi lucha como artista, creo que tiene que ver con el modo de valorar nuestra capacidad crítica.

Entonces, ¿quiere provocar en los espectadores la reflexión para desencadenar su capacidad crítica?
En este sentido mi trabajo es bastante tradicional, clásico y casi moderno. Se centra en la idea de investigar tu propia capacidad para investigar: la introspección. Es sobre verte a ti mismo mirando y reflejarte/reflexionar sobre tus reflejos/reflexiones. Un acto crítico que no hacemos lo suficiente.

¿Mide de algún modo la respuesta de los espectadores a sus exposiciones?
No me siento en mis exposiciones para mirar a la gente, pero sí hablo con ella constantemente. Tengo un tipo de relación diferente con mi trabajo si lo estoy haciendo o lo estoy mostrando, pero finalmente se mezclan. De modo que cuando estoy exponiendo, veo algo nuevo en lo que me gustaría trabajar, y cuando estoy en el estudio pienso en lo que los espectadores hacen frente a las obras en la exposición.

Del mismo modo que concibe el arte como una práctica en colaboración, trabaja en su estudio de Berlín con un equipo numeroso. ¿Qué le aporta trabajar así?
Siempre he sido muy claro al hablar de cómo funciona mi estudio porque es muy importante desmitificar al artista. Desmitificar al artista es un modo de conseguir que el arte forme parte de la sociedad. La idea tradicional del artista, como vanguardista o indiferente o avanzado para su tiempo, ha aislado el impacto social de lo que el arte puede hacer hoy. He construido mi lenguaje artístico alrededor de esta idea, porque creo que es esencial mantener el arte conectado a la sociedad.
Cuando un artista tiene un tipo de estudio así, es esencial no tener prejuicios y ser honesto sobre el proceso de creación, básicamente para evitar convertirse en algo más cercano al marketing o al mundo de las marcas. Trabajo en mi estudio con un equipo numeroso y es un proceso creativo y complejo que implica mucha experimentación. Cada vez que empezamos a trabajar por las mañanas es como un picnic imprevisible. Si encontramos algo en la cesta del picnic es divertido, pero a veces no hay nada en la cesta.

El interés por la ciencia es constante en sus obras. Por ejemplo, se refiere a su estudio como un laboratorio. Pero muchas personas ven los laboratorios como un lugar muy serio, no realmente como “un picnic divertido”.
Creo que la concepción occidental del laboratorio es limitada, por ello prefiero hablar de picnic, ya que abarca un sentido más amplio y unas interacciones sociales menos predecibles. No quiero decir que esté muy interesado en la ciencia. Dentro del contexto del arte, únicamente tomo prestado el lenguaje con el que de vez en cuando la ciencia expresa ideas con más precisión.
La ciencia occidental que conocemos ha ignorado muchos conceptos orientales y, por ejemplo, ha creado una idea del cuerpo increíblemente racionalista. Por este motivo no soy partidario de fusionar arte y ciencia. El arte tiene sus orígenes en una tradición más social o humanística y por eso su potencial es distinto. Sinceramente, creo que en este aspecto las ciencias pueden sacar provecho de las artes.

Ha creado un instituto para enseñar arte en el que trata de cambiar los papeles tradicionales de alumno y profesor. IE Universidad es un proyecto internacional con ambiciones similares. ¿Cómo lleva a cabo su proyecto de educación en las Artes?
¡Con esta pregunta nos daría para una entrevista! Creo que la enseñanza tiene un gran potencial. Una parte de la enseñanza es investigar la metodología de la propia enseñanza, enseñar a aprender. Si podemos aprender el aprendizaje, realmente tendremos una herramienta potente. La mayoría de las universidades trabaja con conocimientos preparados, y la producción de conocimiento tiene una veta previsible. No es algo negativo, porque así se forman los médicos. Sin embargo, si quieres convertirte en un político no sería el mejor modo de hacerlo. Convertirte en artista está más cerca de la formación del político que de la del médico. ¡Por lo menos eso espero!



Paula Rodriguez  López

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